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miércoles, 26 de noviembre de 2014

CUENTO: "MARIANO, LOS LOBOS, EL SEPRONA Y LA CABRA"

"Hace poco tiempo un pastor llamado Mariano se jactaba de oír entre los pastores de su pueblo que el lobo feroz vendría pronto y acabaría con su rebaño.

Mariano, feliz en su inopia, desatendía todas los voces y solo se fiaba de su nefasta intuición. "No os preocupéis por estos lobos que aullan mucho pero poco morderán".

El Seprona, por aquellos entonces, sacó un censo de lobos en el territorio y lo pasó a Mariano y Al resto de pastores. Uno de ellos, el más letrado, cogió su zurrón y nunca más se le vio.




Los días pasaban y los lobos y los agentes del Seprona se multiplicaban de manera inusual. 

Los pastores intentaban convencer a Mariano de que aquella situación se estaba complicando en demasía.

Mariano, pastorcillo poco dotado intelectualmente y vergonzoso hasta tal punto de hablar con sus compañeros una ubre de cabra mediante, para esconder su rostro, exclamó que los lobos jamas llegarían al chozo de los pastores. La intranquilidad era tan manifiesta que Mariano se vio obligado a convocarlos a una reunión para establecer un plan. "Mañana (1) os contaré qué vamos a hacer contra estos lobos que nos acechan y con los del Seprona que tanto nos hostigan".

Ya se sabe que reunión de pastores, oveja muerta y así fue. Una oveja enferma y desvalida apareció despeñada de una roca en la que Mariano solía pasar los días enteros contemplando cuanta ignorancia tenía ante sus ojos. Era la oveja que siempre había protegido.

Los lobos tuvieron comida por unos días y los pastores llegaron a pensar que el peligro se había desvanecido. 

Mariano conocía que el hambre de los lobos regresaría y, para entonces, ya no tendría ovejas que ofertarles. Para no olvidar ningún detalle, llevaba apuntado en su bolsillo el nombre ordenado de los pastores que iría ofreciendo a los insaciables depredadores".


Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia y, a pesar de los intentos, no se ha podido contrastar que el pastor Mariano, antes de despeñar a la oveja dijera, como se cuenta en algunos pueblos: "la mato, la mato la tengo que despeñar".


(1) Mañana es, en sentido figurado y real, 27 de noviembre de 2014.




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